Me formé como arquitecto en la Universidad Católica de Córdoba egresando en el año 1.998. Tuve la posibilidad de trabajar mientras cursaba la carrera en un momento de aprendizaje básico con mi padre y posteriormente ingresé a trabajar en una empresa que me brindó una formación profesional amplia, no sólo en nuestra materia sino en otros campos profesionales a partir de la práctica permanente en el mantenimiento y obras civiles y de ingeniería.

Desde niño dije que quería ser arquitecto, siempre me gustó armar y construir cosas, tenía facilidad para el dibujo y acompañar a mi padre a las obras y ver lo que hacía seguramente influyó en mi formación y vocación.

Para mí la arquitectura representa algo que está bien en lo profundo del ser humano, esa permanente idea de explorar, descubrir, interrogar, etc. desde que somo seres racionales, trabajar una idea como tal hasta materializarla, no importa la envergadura de la obra o proyecto, es intrínseco a nuestro ser.
Creo que toda obra de arquitectura debe tener los principios básicos referente al uso, función, morfología, amigable al entorno y respetable medio ambiente, pero sobre todo deben ser flexibles y adaptables cualquiera sea su fin, respetando la idea de concreción y objeto de ejecución.

Creo que como arquitectos debemos dar soluciones a cuestiones como las enunciadas en el párrafo anterior, sin perder la visión del rol que tenemos como hacedores permanentes en una sociedad cada vez más heterogénea y diversa en pensamientos, considerando cada situación como particular.